Ser minusválido no significa haber perdido aptitudes, sino tener otras diferentes, y lo verdaderamente importante es aprovechar dichas capacidades, lo que uno es capaz de hacer, en beneficio de la propia persona y esto es válido sobre todo para la actividad física y el deporte. En nuestra sociedad se reconoce el derecho de todos a la participación, y esto también debería ser válido para personas con distinto tipo y grado de deficiencia funcional. La actividad física y el deporte adaptados son dos fenómenos sociales que se caracterizan por su trascendencia sobre las personas con minusvalías como forma de ocupación del tiempo libre y como forma de escape a las limitaciones que la vida a impuesto en ellas.
Así mismo, el movimiento resulta una experiencia fundamental en la vida del ser humano. A partir de él, se perciben nuevos espacios, concesiones, problemas, etc. El aprendizaje motor va más allá de esto, ya que ocasiona vivencias emocionales y cognoscitivas. A través de la movilidad se desarrollan la facultad de observación, la creatividad, la capacidad de coordinación, sentido del equilibrio, del espacio y del tiempo, ante situaciones lógicas, aumentando, de este modo las posibilidades de autocontrol.
La natación es una de las mejores formas para mejorar la movilidad y la capacidad física del minusválido. Las propiedades del agua de hacer que un cuerpo «pierda» peso y que flote, reduce la deficiencia y da la posibilidad de moverse más o menos en el agua. Además, la práctica de la natación incrementa la capacidad física, lo que a su vez da mayor estabilidad psíquica. Con una mejor condición física y psíquica, crece nuestra confianza teniendo mayores posibilidades de afrontar el trabajo cotidiano. Y si además el agua está a una temperatura agradable el baño se convierte en bálsamo para cuerpo y alma.
La natación adaptada como solución para muchos problemas.
Cuando se habla de natación, no se busca únicamente el » aprender a nadar» y es ésta la razón por la que se le da el matiz de «adaptada» ya que se pretende que «conozcan al máximo las posibilidades de cuerpo en el agua», y no solo la natación como disciplina deportiva.
Por añadidura, el trabajo en el medio acuático a parte de permitirnos realizar tareas de educación física de base en las que trabajamos el esquema corporal (lateralidad, equilibrio, etc..), nos permite el desarrollo del tono muscular (fundamental para aquellas personas que se encuentran afectadas por alguna discapacidad, además puede ser una garantía de prevención, para no cursar hacia determinados cuadros clínicos no deseados); el control de la obesidad (el cuerpo pesa menos que el agua, por lo que podemos movernos con mayor facilidad y llevar una tabla de ejercicios sistematizada); y controlar la fatigabilidad de las personas al ser un medio que permite descansar o bajar la intensidad cuando el individuo lo necesite.
Autor: Oscar Morales