Con esta entrada empezaremos a ver y a sentar algunas bases para un trabajo óptimo con nuestra música y/o archivos de audio. Al igual que en la cocina de un buen restaurante es imprescindible contar con buenos productos para la elaboración de sus platos, nosotros debemos de contar también con una buena materia prima para realizar un buen trabajo. Nos es frecuente a las personas que confeccionamos ya algunas sesiones, que compañeros nuestros se acerquen a comentarnos que al intentar realizar o grabar una sesión notan como “desciende el volumen notando una perdida de calidad entre algunos temas que componen la sesión..”. Esto está directamente relacionado con el tipo de archivo y la calidad de compresión utilizada por este. Por ello debemos tener claros algunos puntos o cuestiones acerca de los archivos o formatos de audio digital con los que podemos tratar.
Podemos diferenciar o clasificar los archivos o formatos de audio en dos tipos: Formatos de Audio con Perdida y Sin Perdida.
Formatos «con pérdida».
• Los archivos de sonido con pérdida son aquellos que usan un algoritmo de compresión con pérdida, es decir un tipo de compresión que representa la información (en este caso una canción), pero intentando utilizar para ello una cantidad menor de información, el empleo de estos métodos de compresión con pérdida suele usarse en información analógica que quiere digitalizarse, como por ejemplo imágenes, audio, vídeo etc. Además tiene la gran ventaja de que obtendremos datos digitalizados que ocupan menos espacio en disco. La mejor manera de “medir” la calidad de estos archivos es fijarse en su “bitrate” o calidad de compresión medida en Kbps.
Si la fuente, origen o procedencia de vuestras canciones tiene que ver con los diversos programas de descargas que se pueden encontrar en la red, la mayoría de ellos especifican en los resultados obtenidos la calidad del archivo e incluso algunos disponen de una columna específica informándonos con este dato de la calidad del tema que pretendemos descargar.
Si el tema lo “ripeamos” o comprimimos nosotros mismos entonces tendremos la libertad de elegir el ratio de compresión que queremos para nuestro archivo de audio. En este caso recomendamos elegir una calidad de compresión de entre 256 – 320 kbps. Si eligiéramos una calidad inferior es posible que en nuestros reproductores portátiles (mp3) o caseros escuchemos de forma óptima estas canciones…. pero al llegar a una sala con un equipo amplificado nos daremos cuenta de la perdida de calidad ocasionada por la compresión y la amplificación, notando un volumen desigual, un grave menos acentuado y definido etc.
Los archivos de sonido comprimidos más frecuentes son *.mp3, *.acc, *.ogg, *.rma, *.wma *.aif
Formatos de sonido «sin pérdida».
• Los archivos de sonido sin pérdida son aquellos que usando o no métodos de compresión, representan la información sin intentar utilizar menor cantidad de la información original. Hacen posible una reconstrucción exacta de la información original.
Algunos de los archivos más frecuentes son: *.flac, *.wav
A titulo comparativo observad que una canción en un formato original sin comprimir puede tener un tamaño de unos 50Mb y tras la compresión podemos dejarlo en tan solo 5Mb, 10 veces menos. En próximas entradas veremos cada uno de estos formatos con más detalle.
Autor: M.Quintanilla
Fuente: Beats & Bytes – Fitness Sound Academy